Hay un creciente sentimiento apocalíptico que se apodera de las vías revolucionarias de comunicación sobre el supuesto poder absoluto de los medios de comunicación. Es algo así como una visión de la ciencia ficción nihilista que pretende decir que los gringos vienen por nosotros y que los medios de comunicación nos tienen dominados y que ya, no nos queda otra cosa que la comunicación desesperada porque ellos "son tan poderosos...".
Los comunicadores desesperados pierden el control, desde una cuenta twitter o un programa nocturno de VTV, se ponen a "comunicar" repitiendo como loros lo que creen que entrará, como supuestamente hacen los grandes medios comerciales de comunicación, directo al cerebro de cada venezolano y cada venezolana.
Es el moralismo, que pretende modelar el comportamiento de la audiencia, lo que está fracasando en la política comunicacional revolucionaria. En la contrarevolucionaria ya fracasó, lo demuestran las consecutivas victorias electorales revolucionarias obtenidas aun teniendo a la maquinaria mediática reaccionaria en contra y casi nada mediático a favor.
La mayoría de nuestros comunicadores han venido creyendo la teoría de los medios privados de querer poner al pueblo a jugar banca. No conciben una comunicación participativa y protagónica, que por supuesto mostrará contradicciones (razón que la hace más fuerte), conciben más bien que repitiendo mil veces lo que piensan su subjetividad se hará realidad.
Si creemos en un proceso de construcción de una nueva hegemonía democrática revolucionaria, lo que menos debemos creer es que el pueblo debe jugar un papel pasivo en la comunicación. Usar las armas melladas que nos hereda el capitalismo es necesario, pero usarla de la misma forma y bajo los mismos axiomas de los capitalistas es un gran error.
¡A los comunicadores desesperados debemos convocarlos a la comunicación de la necesidad!
ViVe estrenó una serie que ha dado mucho de qué hablar, la serie de documentales falsos o de ficción. Como contribución a la mayoría de las observaciones mayoritariamente positivas habría que comentar que más allá de la ficción o la realidad la serie es de cierta manera realista, en el sentido que pretende expresar una realidad en transformación, un proceso.
Con una verdad a medias en pantalla no necesariamente damos a conocer la realidad al público, y eso es lo que ha ocurrido mucho con los medios de comunicación dominantes. Tampoco lograremos llevar esa realidad si nos limitamos a registrar unas postales sobre lo que encontramos en la superficialidad, el retrato del promedio es una falsa realidad que no muestra el movimiento de la sociedad así como las fuerzas activas y potenciales que harán que se mueven hacia uno u otro lado.
Los cuatro primeros capítulos de la serie Ver para Creer reflejaron cuatro historias extraordinarias que pudieron suceder en un contexto real. Rescatando la historia como ambiente de fondo y creando la historia de personajes que se enfrentaron a esa realidad tratando de transformarla se hizo una propuesta creativa y creíble en el sentido de que historias reales como estas han sucedido.
La narración, más allá de la simple descripción nos permitió engancharnos a la historia y lo "falso" del documental nos permitió distanciarnos y verla con una visión crítica. Es verdad que en principio muchos lo creyeron, pero también es cierto que desde que vieron los documentales su sorpresa mayor era por el carácter increíble de la historia, lo que indica que se encendieron las alarmas de la duda.
En el caso del capítulo 3 llamado "Llano, Lucha y Punk-Rock", donde se cuenta la historia de la legendaria banda Vómito Adeco, pudimos disfrutar que la historia nos brindara la oportunidad de conocer la fisionomía intelectual de los protagonistas. El documental no solo nos dijo que Monte y Culebra eran rebeldes y creativos, sino que ellos mismos se encargaron de mostrarlo dentro de la historia, fundamentalmente a través de sus canciones y las letras de éstas.
Este capítulo generó la mayor controversia y seguramente tiene que ver por la construcción y expresión de los personajes, la cual le dio un carácter de únicos, debido a su creatividad y ocurrencia, y de típicos debido a las razones histórico sociales que los impulsaron a mostrarse como tal. Esta creación abrió la puerta a que cada uno de nosotros pudiéramos ver a Monte y Culebra como arquetipos.
Quizás ViVe ha tenido mayoritariamente documentales que registran la medianía aunque también ha existido una cobertura a grandes luchas épicas de los movimientos sociales quienes se encuentran enfrentando al capitalismo. El ejemplo de cómo contaron las historias en la serie Ver Para Creer nos permite conseguir claves y pistas de la televisión que motiva a los usuarios.
Más allá de la diatriba política, del responder a los ataques del enemigo, ViVe da cobertura a la construcción de la nueva vida desde las comunidades y movimientos sociales y desarrolla un modelo comunicacional participativo y protagónico. La cháchara política es superficial si no va acompañada del debate y la lucha económica, social en cada uno de los espacios de construcción socialista.
Sin embargo Ver Para Creer se convierte también en una autocrítica de ViVe ya que muchas de esas historias tienden a quedarse en la descripción de la cotidianidad, quizás por una tendencia conformista a "mostrar el logro" del gobierno y dejar al público sin una narración épica que muestre las fuerzas emergentes y lo que son capaces de hacer por defender la patria y la revolución.
La revolución es un camino y hoy nos encontramos en un lugar mejor que hace unos años, pero todavía muy lejos de donde queremos ir. No podemos conformarnos con lo obtenido como si fuera el fin de nuestro esfuerzo, nuestras historias deben narrar el esfuerzo y la lucha permanente y deben ser capaces de mostrarnos el proceso, sus razones, sus leyes y sus proyecciones al futuro.
