31 ago 2011

/ Los ateos también pedimos por Chávez

No le pedimos a Dios, Alá o Jehová, tampoco le pedimos a los santos, a los espíritus, las ánimas, María Lionza, José Gregorio; el Negro Felipe, Yemayá, entre otras y otros. Le pedimos al equipo de médicos, quienes llegaron a tener conocimiento de la materia gracias a que muchos científicos desafiaron a la inquisición. También le pedimos a Chávez, su disciplina es clave para lograr vencer a esta enfermedad que lo afecta a él y que también, debido a su actual responsabilidad, afecta a todos los venezolanos.

Un proceso dialéctico, fomentado por la lucha de clases, ha venido dando paso a la formación socioeconómica y por ende política e ideológica de una Venezuela. Este proceso abrió las puertas de la revolución con la llegada del Chávez a la presidencia de la República, llegando con su carisma y su planteamiento patriótico a las masas venezolanas para así comenzar un proceso progresivo de politización y organización. Este proceso organizativo no es suficiente, todavía tiene fallas y enemigos que frenan su impulso, para lo cual es sumamente importante la presencia del compañero presidente Chávez.

Pero los ateos no necesariamente somos pragmáticos. Decía el Che que "el revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor". Chávez ha sido consecuente, mientras otros han traicionado él ha decidido continuar en la lucha del lado del pueblo enfrentándose hasta con parte de su propio entorno. Nuestra relación con Chávez es también una relación cálida, humana y fraternal.

Los seres humanos somos transitorios sí, pero la lucha revolucionaria se extiende mucho más allá de nuestras vidas. Nuestros mártires no habrían dado su vida si no confiaran plenamente en que otra mano empuñaría la lucha. Quienes dieron la vida están presente en cada una de las acciones revolucionarias y es como decir que no murieron aunque no necesariamente estén en el cielo o en el infierno (el limbo fue liquidado por el Papa).

Otros comunistas y cristianos como Camilo Torres se encargaron de decirnos que «Sabemos que el hambre es mortal, y si lo sabemos, ¿tiene sentido perder el tiempo discutiendo si es inmortal el alma?». Me anoto con Camilo y me anoto en la lucha revolucionaria, con su mística, la mística que impulsa la revolución sea religiosa o no.

Es nuestra tarea, junto a Chávez, impulsar la organización popular y construir una dirección colectiva desde abajo, con los campesinos, trabajadores, indígenas, mujeres, etc. La revolución debe trascendernos como individuos y nosotros debemos trascender al religiocismo despolitizador o al ateísmo nihilista.