3 feb 2010

/ Los secretos de Alfred - Sobre el Drama de la vida (II)

Acumuló la experiencia que jamás nadie lo hubiere hecho en su momento, Alfred Hitchcock fue quizás el mejor en atrapar a los espectadores hasta la pantalla. Así él se convierte pues en el pragmático del cine.

Un objetivo concreto, atrapar al espectador. La identificación hasta el extremo, sin importar lo relevante del contenido, la trama, la forma y el movimiento lo era todo. La verosimilitud no importaba, mientras el espectador se despreocupara de eso y en cambio se entretuviera con el movimiento. Utilizó muchas cosas sólo para hacer que su historia se moviera, sin importar qué era, pudiendo ser cambiadas por otra, las llamó MacGuffin.

Si Aristóteles hizo las reglas de la dramaturgia, Hitchcock se encargó de hacerla industria y revender. Vale la pena leer y estudiarlo para aprender de él, pero vale la pena también entender que su objetivo fue el morbo de dejar entretenido al espectador mientras el nuestro debe ser la transformación.

2 feb 2010

/ Sobre el drama de la vida (I)

El drama, pareciera un tema de artistas y bohemios pero el drama es un asunto de la política, de la ideología y de los sueños. Mao se adentra reflexionando sobre las razones por la que la gente busca la literatura y el arte teniendo en frente a su realidad.

"Aunque la vida social del hombre es la única fuente del arte y la literatura, y es incomparablemente más rica y más viva que estos en contenido, el pueblo no se contenta solamente con la vida y pide arte y literatura. ¿Por qué? Porque, si bien tanto la vida como el arte y la literatura son bellos, la vida reflejada en las obras artísticas y literarias puede y debe estar en un plano más alto, ser más intensa, más concentrada, más típica, puede y debe estar más cercana del ideal y resultar, por lo tanto, más universal que la realidad de la vida cotidiana".

Así Mao se adentra en un camino escabroso. No muy sencillo debido a los artilugios que se encargaron grandes creadores y no tan creadores que encerraban la idea de crear en un pequeño círculo. Sí, todos podemos ser dramaturgos, sólo que nuestro drama no se parece al impuesto.

Brecht asegura que todo fue culpa de Aristóteles, un pana le dice Aristóteles el maldito. Llevó el silogismo al drama y concluyó: presentación, desarrollo y conclusión. Más adentro puedes decir que es la presentación, la explicación, el trasfondo, la espera y la conclusión. El objetivo, la catarsis, que el espectador sufra con el protagonista, pero luego de resolver el entuerto causado por la contradicción, esta deja de existir y el espectador se marcha de la sala o deja de ver la novela tranquilo porque el problema se resolvió, y si su problema en la realidad es parecido, esa persona descargó su rabia o su angustia en el sufrimiento de un ser de ficción.

Otros comenzaron a ponerle picante a la cosa, Brecht se encargó de que el espectador participara a través del distanciamiento como herramienta para que el espectador no sufriera con el protagonista sino que más bien reflexionara sobre el accionar del protagonista. Muchos aseguran que eso no vende, que no da raiting. Lo cierto es que lo que atrae es el conflicto, y eso no lo suprime Brecht.
Así que debemos empezar, a estudiar un poco de nuestro drama y del drama impuesto. La cenicienta y el conde de montecristo deben desaparecer y quedar como las historias más banalizadoras, por ahora siguen existiendo hasta en nuestras cabezas.