La coexistencia pacífica es una forma peculiar de la lucha de clases, que se lleva a cabo por medios pacíficos, con la particularidad de que el principal campo de batalla entre socialismo y capitalismo radica en la emulación económica, en la cual el socialismo, gracias a las ventajas que le son inherentes, alcanzará la victoria.
Diccionario soviético de filosofía
La coexistencia pacífica fue asumida por la Unión Soviética durante el mandato de Nikita Kruschev, un régimen al que el Ché Guevara calificó de representar el pragmatismo incosistente. La llegada de la coexistencia pacífica también ha coincidido con el descalabro ideológico de la revolución de octubre, la llegada de Kruschev fue acompañada también de un retroceso teórico que apostó a asumir que la lucha habría terminado y lo que restaría sería la "libre competencia" con el imperialismo yanqui.
Esta política es la que hizo posible una negociación entre la URSS y EEUU por la crisis de los misiles sin que participara Cuba y por lo menos lograra reivindicaciones necesarias para asegurar la soberanía, como lo son el fin de la protección de EEUU al terrorismo Cubano-Americano o la entrega del territorio de Guantánamo ocupado por una base naval gringa. La negociación estuvo basada en proteger solo los intereses del estado soviético y no considerar los intereses del pueblo cubano.
“Esta fue la semana que cambió al mundo”, fue el resumen de Richard Nixon al final de su viaje a China de febrero de 1972. |
Mao tampoco se quedó atrás, su encuentro con Nixon marcó un nuevo rumbo de su gobierno donde eran prioridad los intereses y negocios del estado Chino frente a los intereses de los pueblos y la clase obrera del mundo. Luego del golpe de estado que diera Pinochet en Chile asesinando a su presidente Salvador Allende, China no rompió relaciones con Chile aun cuando casi todos los países del bloque socialista sí lo hicieron. Este plan de coexistencia pacífica de China es también símbolo de descalabro ideológico, las fuerzas dirigentes de la revolución consiguen un camino fácil para lograr mantenerse en el poder sin arriesgar y sin importarles el resto de la clase obrera internacional.
A estos procesos de degeneración le siguieron el desmoronamiento del bloque soviético y la transición de China a un país neoliberal con un partido único llamado Partido Comunista, país que no utiliza el veto en el consejo de seguridad para evitar la agresión imperialista contra Libia.
En el caso de América Latina quedamos sorprendidos ante la reunión entre los presidentes Santos de Colombia y Chávez de Venezuela y el dictador Lobo de Honduras, "electo" en unas elecciones cargadas y sucedidas de asesinatos a periodistas y dirigentes sociales. El hecho se suma a la serie de "expulsiones de paramilitares del ELN" y de las FARC, así como posiblemente se aceptará la entrada de la Honduras a la OEA. Todo esto a cambio de la extradición a Venezuela de Makled y al parecer Henri López Sisco, y otros.
Ahora pongámonos en el puesto del otro que consigue formas de luchas propias, que aunque no coincidan con nuestras formas de luchas deben ser respetadas porque nunca sabremos cuando debemos tomar de nuevo las armas para luchar contra el invasor o el opresor.
El frente de resistencia hondureña no es Mel Zelaya, quien nunca se atrevió a pasar la frontera entre Nicaragua y Honduras. El frente de resistencia es un conglomerado de movimientos sociales que posee lo que muchos movimientos de América Latina no poseen, la unidad y la capacidad de incluir de tal manera que aceptaron a Zelaya como coordinador.
En Colombia la lucha legal, la sindical, la electoral está mediada por los asesinatos, persecuciones y la represión de todo tipo, evitando así la posibilidad mínima de participar en el estado. La experiencia vivida por Piedad Córdoba lo demuestra, fue sacada de manera ilegal del senado de Colombia y la lucha democrática queda anulada totalmente. Es así como no podemos cuestionar su forma de lucha.
Preocupa que estemos ante una política internacional cargada del pragmatismo inconsistente. La Revolución Bolivariana estará viva mientras otro, en otro país decida levantar los mismo sueños por lo que luchamos los venezolanos. El sueño de Bolívar ha prendido, pero el pragmatismo puede hacer parecer que no existe diferencia entre gobiernos de izquierda y de derechas votando a uno una vez y al otro a la próxima.
No entender que mantener la paz es una cosa y ser colaboracionista es otra trae como consecuencia la gran confusión ideológica pudiendo estar encaminados hacia un colapso ideológico, augurio de una posible caída del sistema político de izquierda y su sustitución por uno de derecha.
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