Confieso que en lo que escuché que al diputado Robert Serra lo asesinaron con arma blanca se me abrió la posibilidad de que el crimen pudiera ser vinculado a otras causas distintas de la política, los verdaderos voceros de la derecha venezolana, periodistas y columnistas expertos en sembrar confusiones ya comienzan a hablarnos de cómo es que pareciera se trata de un caso más de la inseguridad venezolana. Pero la historia está allí y nos habla con ejemplos, como el de la guerra revolucionaria en El Salvador.
El Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional nació como una coordinadora de las fuerzas revolucionarias entre la que se encontraba el FPL (Fuerzas Populares de Liberación) y el ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo), esta unidad se torna peligrosa ante los avances del Frente Sandinista en Nicaragua y la unidad de los revolucionarios sería una fuerza a la altura de los tiempos. Sin embargo esta unidad tenía enemigos y el principal era la CIA.
El poeta Roque Dalton, militante del ERP fue asesinado en 1975, supuestamente fue sentenciado por la comandancia de esta guerrilla por traición. Luego aseguraron que fue un error, sin embargo el tiempo nos muestra al verdugo de Roque Dalton en una nueva faceta, de asesor del expresidente Álvaro Uribe Vélez. Joaquín Villalobos nos hace entender que su accionar en las filas de la guerrilla salvadoreña buscaba sembrar la desmoralización y el sectarismo para así golpear a la unidad en desarrollo, ahora maneja sus técnicas contrarevolucionaria junto al jefe del paramilitarismo, la máquina más sanguinaria que crea el imperialismo yanqui para frenar el avance de las organizaciones revolucionarias del continente.
En 1986 fue asesinada la comandante Ana María, en Managua en una casa de seguridad del FMLN. Un grupo comando entró "sigilosamente en esa casa, neutralizó al personal de seguridad y degolló a la comandante luego de haberle asestado unas ochenta puñaladas en todo el cuerpo." Lo desmoralizante fue que cuando se evidencia quienes realizaron este acto resultó ser que el asesino no era una persona con uniforme ni credencial de la CIA, sino una fracción completa del FPL, que pretendía tomar control absoluto de la organización contra "los pequeñoburgueses" que los acusaban de sectarios.
No cabe duda que en esta operación en Nicaragua, como en el asesinato de Roque Dalton, participó el imperialismo a través de elementos infiltrados, y quisieron ellos que se evidenciara como un problema doméstico. El comandante Marcial, acusado de orquestar este asesinato se suicidó y el resto de la fracción se separó de la organización. El golpe de los gringos estaba dirigido en su principal obstáculo en su lucha contrarevolucionaria; la unidad de los revolucionarios.
Me sorprendí al volver investigar hoy mismo sobre el asesinato de la comandante Ana María al ver el parecido de la operación, que al igual que ahora estuvo acompañada de una prensa que especula en función de utilizar el hecho para causar un efector desmoralizador en los revolucionarios.
Ahora mismo Joaquín Villalobos sigue escribiendo sobre cómo acabar con la revolución bolivariana junto a los actos de Uribe Vélez recientemente revelado por sus seguidores venezolanos y que nos demuestra que la contrarevolución pretende minar la unidad y sembrar la desesperanza en los revolucionarios a través de estos actos disfrazados de crímenes del hampa común o guerra interna del chavismo.