20 nov 2014

Bajados Chino y Nacho, ¿Victoria popular? ¿Revolución cultural?

El presidente Maduro opinó lo que tenía que opinar como presidente, Chino y Nacho ya convocados deberían responder por sus comentarios sobre la democracia y el gobierno venezolanos y todos debemos aceptar que estos participen en el festival musical Suena Caracas. El resultado es que, siendo incoherente la propuesta de presentar a Chino y Nacho luego de que apoyaron las guarimbas iniciadas en febrero de este mismo año, una reacción espontánea posicionara en las redes sociales su rechazo y su retiro del festival según anunciara el alcalde Jorge Rodríguez.

Pero nos preguntamos, ¿cómo esto llegó a ser el tema político del momento? Existen un montón de temas más y este es no solo el tema que se debate entre los tuiteros sino que también involucra hasta al presidente de la república en el mismo, pasando por ministros, alcaldes etc. Evidentemente detractores de que Chino y Nacho participasen  en el festival y promotores de la idea ven una alta importancia al festival mismo y los efectos que este pueda causar.

Podemos asegurar que el bando promotor de la idea lo hace fundamentalmente por pragmatismo, ese espectro que siempre ha tenido ventaja dentro de la izquierda y que cada día es más osada y cada día inventa dar un paso más allá sin tener límites demarcados salvo los que puedan posicionarse desde la opinión pública o el propio conservadurismo que carga la población a través de esa ideología masificada por los aparatos dominantes de reproducción ideológicas; el sentido común. Así que la propuesta de realizar el concierto, de invitar a Chino y Nacho están fundamentadas en el pragmatismo y la necesidad de ganar simpatías en las "masas", luego se habló de tolerancia pero eso fue simplemente para defender su participación.

Y el otro bando, estuvo dominado por la idea de que la presencia de Chino y Nacho en el festival es contraproducente ya que estaríamos fomentando la ideología enemiga y reproduciendo el pensamiento que precisamente hemos tenido que combatir para impulsar la revolución. Este pensamiento coincide con las recientes críticas realizadas a la nueva estrategia de programación de TVes y tiene la misma preocupación frente al proceso de reproducción de la ideología capitalista.

Pero es necesario preguntarnos, ¿Es que acaso el festival pudiera tener el efecto que desea el pragmatismo? ¿Estamos seguros de que el público asistente en su mayoría saldrá del concierto con mayor simpatía hacia quien pagó al músico? O desde la perspectiva contraria, ¿Podemos organizar un festival que tenga efectos en la conciencia de la gente si invitamos a los artistas adecuados? ¿El público que asistiría a ver a Calle 13 cantando El Awante, o a Silvio Rodríguez cantando Fusil Contra Fusil, entre otros recibiría un rayo de conciencia que lo haga ver y relacionarse con su realidad de una manera diferente?. Al parecer, ambos extremos son dominados por un pensamiento en común; la tarima hace política como por arte de magia, uno desde el pragmatismo y el otro desde el moralismo, o como los llamó Umberto Eco; integrados y apocalípticos respectivamente. Estas son posturas dominantes pero no únicas entre los que piensan una cosa o la otra, junto al sector que decimos domina el moralismo se encuentran también sectores que defendemos la transformación del modo de producir la cultura.

Es dominante entre el chavismo, que da una fuerte importancia al tema mediático y al espectáculo, creer en el difusionismo. Sea planteando que hay que usar las armas del enemigo, como lo hace el pragmatismo, para atraer al público que luego debiera ser incorporado en una política que nunca termina de desarrollarse por estar atada a no contradecir las tendencias impuestas y el mainstream cultural o sea planteando que controlando, filtrando o priorizando la información difundida podemos esculpir en las mentes de quienes están obligados a vernos y escucharnos. El resultado de la primera es que genera asistencia pero con total desinterés y con una capacidad de filtrar los mensajes políticos como sabemos hacer con la publicidad que interrumpe una película del domingo. La segunda tiene como resultado que quienes consumen los productos culturales no necesariamente asimilan o reciben el mensaje que autor pretendió dar sino que asimila la forma como se emite el mensaje como natural e imposible de transformar.

Frente a este festival hay preguntas que no se han hecho y que hasta pueden tener mayor importancia, ¿Cuanto están pagando a cada grupo musical y en que moneda?¿Como se hace esa transacción, en efectivo, cheque o depósito?¿Cuanto papeleo debe pasar por el Cencoex para pagar a los grupos internacionales?¿Cuales son y a quienes pertenecen las empresas que instalarán las tarimas, sonidos y luces y gestionan las contrataciones?¿Cuál es el margen de ganancia aceptable para una banda, productora o proveedor de servicio en esta materia? Y en materia de fomentar los poderes creadores del pueblo podemos seguir preguntando ¿Cuantos talleres se están realizando en Caracas para el desarrollo de nuevos artistas y creadores?¿Cuanto se ha planificado en romper el espinazo a las casas productoras y disqueras monopolistas y payolas? ¿Cuánto se ha apoyado a los talentos que tienen sus años trabajando en nuevas propuestas estéticas y políticas en el área de la cultura?¿Cuantos trabajadores, amas de casa, jóvenes, etc. han logrado convertirse en artistas y han desarrollado una nueva forma de ver y consumir los productos culturales sin dejar de ser lo que son?, entre otras.

Seguimos insistiendo que el problema no se resuelve cambiando de signo político a los que se montan en las tarimas o aparecen en TV. Se trata de transformar la forma de producir y consumir la cultura y los medios, se trata de crear un país de creadores y de capacidades críticas para que quien tenga el privilegio de estar en un medio no tenga la capacidad de mentir, de manipular o autopromocionarse por encima del trabajo real que requiere el proceso de transformación social que vive nuestra patria. La conciencia se transforma en la praxis y no por decreto, en medio de la apropiación de la gestión económica, política y cultural de la sociedad del país y acabar con esas fuerzas fácticas "invisibles" que imponen una opinión pública, una cultura dominante que nada tiene que ver con nuestra realidad y muchos menos con nuestras intenciones de transformarla.


1 comentario:

Africa Laia dijo...

Muy objetiva su oponión y sobre todo bien sesgada a la realidad actual